El lkebana es un antiguo arte
japonés, que ha sido practicado por más de 600 años. Tiene su origen en la
introducción del budismo en Japón durante el siglo XV y la adopción del “kuge”
que son las ofrendas de flores en los altares; un sacerdote Budista de nombre
Ono-No-Imoko decidió experimentar con arreglos de flores cuyas ramas siempre se
dirigían hacia arriba y se disponían en grupos de tres para representar la
armonía entre el cielo, el hombre y la tierra y de esa forma simbolizar el
universo en éstos altares.
Durante todo ese siglo Japón tuvo
un crecimiento artístico muy importante, apareció la arquitectura japonesa que
conocemos hoy en día, la poesía Haiku, el teatro No, la jardinería y diversas
escuelas de ikebana que fueron evolucionando a través del tiempo.
La primera escuela de ikebana que
apareció es la “Ikenobo” que significa “al lado del río”; lugar donde se
ubicaba la casa del sacerdote Ono-No-Imoko quien posterior a su retiro, fuera
designado guardián de Rokkaku-do, un templo budista en Kyoto. Fue ahí donde
muchos sacerdotes aprendían a construir estos arreglos florales para llevarlos
a los templos y santuarios durante los festivales más importantes de la época.


Tradicionalmente los arreglos florales eran colocados en los recibidores de las casas, templos y santuarios,
actualmente podemos verlos en salas, comedores, lobbies de grandes edificios e
incluso en las ventanas de las tiendas.
La elección de las flores para
cada arreglo depende del deseo de crear una armonía entre la flor y su
contenedor, depende de encontrar flores que se entremezclen con su entorno. La
clave del ikebana está, en utilizar como follaje pocas ramas y hojas que en
conjunto formen elegantes entornos para resaltar la belleza de la flor elegida.
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